jueves, 22 de enero de 2015

Bella Donna

        Viernes a mediodía, salía de la notaría después de terminar el trabajo por esa semana, otra más, rutinaria como todas las anteriores; no voy a decir que estuviera a disgusto pero sí echaba en falta alguna emoción de vez en cuando, aunque a veces es mejor no pensar según qué cosas, porque te pueden llegar a pasar, como ocurrió ese día.

     Me encontraba escuchando mi música y esperando en la parada del autobús a que pasara el 26, estaba con mi sudadera cubriéndome la cabeza y abstrayéndome del resto del mundo, cuando me llegó el aroma de un perfume de los caros, se nota a millas porque huele mejor que los baratos, lo que hizo que me empezara a fijar en la persona que estaba a mi lado, una morena de ojos grandes, tez blanca y labios rojos brillantes, la verdad es que me extraño no haberme fijado antes en una mujer así. Cuando estaba observando los rasgos de su cara y algunas pequeñas cicatrices, se levantó de manera decidida y caminó hacia adelante como si fuera a cruzar la calle; la seguí con la mirada y vi que se dirigía a un coche que estaba parado enfrente de nosotros. En el asiento del pasajero había un hombre con gafas oscuras que me indicaba con el dedo que me montara en el coche, a lo que yo, por supuesto, me negué, pero cuando se abrió la puertas de atrás del coche para que se montara la chica, vi a otro tipo apuntándome con una pistola, lo que me hizo aceptar la invitación de inmediato. Nada más sentarme junto a mi Bella Donna recién conocida, había decidido llamarle así hasta saber su verdadero nombre, recibí un fuerte golpe en la nuca y perdí el conocimiento.

     Me desperté, aparte de con un fuerte dolor de cabeza, atado de pies y manos a una silla en una nave enorme pero vacía sin ver nada ni a nadie. En ese momento, oí cómo unas pisadas se aproximaban hacía mí, marcando con fuerza en cada paso esos tacones de aguja que llevaba, rojos como sus labios. De repente, y sin mediar palabra, me soltó un bofetón que hizo que me empezara a sangrar la boca, ante eso, preferí guardar silencio por miedo a que me diera otro igual. En cuanto me recuperé, la chica se puso a hablar en una lengua que no conocía, gritándome a la cara, como si habláramos el mismo idioma o supiera de qué me estaba hablando; cuando terminó y vio que yo no decía nada, empezó a balbucear un poco de español, por suerte ya no gritaba, solo profería insultos todos acabados en mierda. Me hacía gracia, la verdad, pero se borró la sonrisa de mi cara cuando me volvió a soltar otro bofetón, ahí sí que cambió mi cara , estaba lleno de rabia por querer devolverle los dos bofetones así que intenté levantarme de la silla pero me fue imposible.

     Al mismo tiempo que me daba cuenta de que no podía desatarme entró otro personaje en escena, este sí que era español, preguntándome por Mario. Por mi cabeza pasaron varios Marios que conocía pero no relacionaba a ninguno con este tipo de gente. Cuando dejó de hacerme preguntas me decidí a responder que no sabía de qué me estaba hablando y que si estaban bromeando; entonces mi Bella Donna me soltó otro bofetón, pero ya no me quedé callado, me puse a gritar como un loco escupiendo sangre por la boca, diciendo que qué cojones estaban haciendo conmigo y qué hacía ahí Como cayeron varias gotas de sangre en los zapatos de mi Bella Dona no se reprimió, y sin pensárselo dos veces y cogiéndole gusto a mi cara, volvió a estirar el brazo; esta vez lo pude esquivar, pero con la palma de la otra mano y
pillándome totalmente desprevenido golpeó contra mi oreja, dejándome con un dolor que me hizo olvidar los golpes que había recibido en la boca.

      El tipo siguió haciéndome preguntas, pero no podía responderle porque no tenía ni idea de lo que me estaba contando. Perdiendo la cuenta de las veces que me golpeó mi Bella Donna, al final vieron que cabía la posibilidad de que se hubieran confundido de hombre; solo pude explicar la vida de mierda que llevaba, las rutinas que tenía y a qué me dedicaba, lo que dejaba claro que no era su hombre, el que tenía trato con Mario o debía de saber algo de él. La chica en ese momento se acercó a mí y tuve miedo de que me volviera a dar otra caricia de las suyas, pero en esta ocasión me besó en los labios; puedo decir que fue uno de los besos que más me han gustado en la vida, tierno pausado, me dejó el color de sus labios carnosos y se llevó un poco de mi sangre y de mí. Al terminar, se puso detrás de mí y me golpeó con la pistola que llevaba en su fina cadera.


     Me desperté en la puerta de mi casa y pensé en cómo había llegado allí, pero era fácil, supongo que habrían visto la dirección en la documentación que llevaba encima. Eché un vistazo a la cartera y no eché nada en falta. Lo que no encontraba en los bolsillos eran las llaves de casa, pero en cuanto me incorporé un poco vi que estaban puestas en la cerradura; entré en casa para curarme las heridas y vi que estaba todo totalmente revuelto. Fui a llamar a uno de mis amigos para contarle lo que me había sucedido, y al ir a coger el teléfono encontré una nota sobre la mesa que decía:

 ¨Te estaremos observando¨


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario